la obesidad en nuestros niños, porque hoy en día es un problema que está
afectando a muchos de nuestros niños.
problema, o mejor dicho me despreocupe un tanto de mis hijos y la más pequeñas
de mis hijas estuvo padeciendo de obesidad infantil y fue entonces cuando comencé
a buscar ayuda para resolver este grave problema, porque puede ser muy grave la
obesidad en nuestros hijos y sobre todo si no se resuelve en la niñez, nuestros
hijos serán obesos toda su vida.
la obesidad en mi pequeña, la cual hoy día goza de muy buena salud y está en un
peso normal de acuerdo a su edad.
infantil?
obesidad de epidemia global, y estima que en el año 2015 habrá 2.300 millones
de personas adultas con sobrepeso y más de 700 millones de obesos. La OMS
define la obesidad como “una acumulación anormal o excesiva de grasa que puede
ser perjudicial para la salud”, y que afecta “a todas las edades y grupos
socioeconómicos”.
obesos continuarán siéndolo cuando lleguen a adultos si no se adoptan las
medidas oportunas. En los últimos 40 años, la obesidad infantil se ha duplicado
en Estados Unidos, mientras que, en España, más de la mitad de los adultos son
obesos o tienen sobrepeso, trastornos que afectan al 28% de los niños
españoles, que podrían ver mermada su esperanza de vida por ello.
tiene sobrepeso cuando su peso está por encima del aconsejado en relación con
la talla, y esto se calcula con el IMC o índice de masa corporal. Se considera
que existe sobrepeso cuando el IMC se encuentra entre 25 y 29,9, mientras que a
partir de un IMC 30 se considera que la persona es obesa.
relacionado el sobrepeso durante la infancia con la obesidad al alcanzar la
edad adulta, y los profesionales médicos advierten que hay que prevenir y
tratar los problemas de peso desde la niñez para evitar que estos trastornos y
las enfermedades asociadas a los mismos disminuyan la calidad de vida de la
población y desborden el sistema sanitario (casi el 30% de la población adulta
en España padece obesidad).
la obesidad infantil
aunque puede estar originada por una enfermedad genética endocrina, en el 99%
de los casos se produce como resultado de la combinación de una serie de
factores ambientales (una dieta inadecuada y sedentarismo), genéticos (los
niños cuyos padres son obesos tienen un riesgo mayor de padecer el trastorno) y
psicológicos (cuando se utiliza la comida para compensar problemas emocionales,
estrés o aburrimiento).
hipercalórica, con abuso de alimentos ricos en grasas y azúcares, y que suponga
una ingesta energética superior a las necesidades reales durante largos
periodos de tiempo, tiene como consecuencia un importante incremento de la
grasa corporal. Ver la televisión es un importante factor de riesgo para
desarrollar obesidad porque, además de tratarse de una actividad sedentaria que
sustituye a otras en las que sí se consume energía, facilita que se siga
comiendo, e incluso se imite a personajes con malos hábitos alimentarios (tan
importante se considera la influencia de la televisión sobre los más pequeños
que, en Estados Unidos, se modificó la dieta del Monstruo de las Galletas de
Barrio Sésamo, convirtiéndolo en un gran aficionado a las verduras). El
ordenador y las consolas suman horas al sedentarismo infantil, especialmente a
partir de los siete u ocho años, y han sustituido a otras actividades como juegos
y deportes al aire libre, que ayudaban a mantener el equilibrio entre el
consumo de calorías y el gasto de energía.
niño sea obeso aumenta considerablemente cuando sus padres lo son (tiene cuatro
veces más posibilidades de desarrollar obesidad si uno de sus padres es obeso,
y ocho veces más si ambos progenitores lo son). Sin embargo, en esta ecuación
no solo interviene la herencia genética (facilidad para aumentar de peso,
inadecuada distribución de la grasa corporal…), sino el estilo de vida de la
familia como la preferencia por determinados alimentos o formas de cocinarlos
que incrementen la ingesta calórica, así como un escaso gasto de energía debido
a poca o nula actividad física. El niño normalmente seguirá los mismos hábitos
familiares, lo que favorecerá el aumento de peso ya durante la infancia.
niños como adultos, buscan en la comida una recompensa, una forma de mitigar
sus carencias y frustraciones. Pueden comer cuando se sienten tristes o
inseguros, para olvidar sus problemas, por estrés o por aburrimiento. Los
alimentos elegidos suelen aportar poco valor nutritivo y muchas calorías
(dulces y chucherías, aperitivos como patatas fritas industriales y
similares…). En estos casos, además, los niños pueden estar imitando las
conductas que han observado en sus mayores.
obesidad infantil
sobrepeso constituyen un grave problema de salud pública, por su alta
incidencia, y por ser factores de riesgo de enfermedades cardiovasculares,
diabetes, hipertensión arterial e hipercolesterolemia. Los niños obesos tienen
un riesgo considerablemente mayor de padecer estas enfermedades y de
desarrollar obesidad mórbida, la forma más grave del trastorno, al llegar a la
edad adulta.
puede tener consecuencias negativas sobre el desarrollo emocional de niños y
adolescentes. La obesidad, a pesar de su prevalencia, no está bien vista
socialmente y puede generar en las personas que la padecen, y especialmente en
aquellos cuya personalidad no está formada, sentimientos de inferioridad y baja
autoestima. Pueden sentirse rechazados y aislarse, además de desarrollar
actitudes antisociales y depresión infantil. El aislamiento social lleva a
mayor sedentarismo y a una ingesta superior de calorías, lo que cronifica el
problema.
complicaciones asociadas a la obesidad infantil:
recordar que muchos trastornos del comportamiento alimentario, como la bulimia
y la anorexia, también pueden estar relacionados inicialmente con el sobrepeso.
fibra, debido a una dieta inadecuada, y la escasez de actividad física pueden
originar estreñimiento infantil.
supone una sobrecarga para los huesos y el aparato locomotor, disminuye la
tolerancia al ejercicio físico, y provoca problemas respiratorios.
tiene consecuencias negativas para la piel, ya que favorece el desarrollo de
infecciones en los pliegues, y la aparición de hematomas ante mínimos
traumatismos.
prevención de la obesidad infantil
obesidad infantil debe comenzar en los primeros años de vida del niño, ya que
unos correctos hábitos alimenticios y un estilo de vida saludable, inculcados
desde la infancia, son más fáciles de mantener durante la adolescencia y la
adultez, y constituyen las mejores armas para evitar el sobrepeso.
importante papel en la prevención de la obesidad ofreciendo a los niños
información sobre los aspectos nutricionales de los alimentos y cuáles son los
hábitos alimentarios que deben adoptar para mantener una buena salud, como el
comer verduras.
la instauración de medidas higiénico-dietéticas adecuadas pueden corregir el
problema antes de que vaya a más. La intervención alimentaria debe estar
orientada a conseguir que el peso del niño disminuya, pero sin interferir en su
crecimiento y desarrollo. Lo más efectivo es confeccionar un menú equilibrado,
que incluya todos los alimentos necesarios en las cantidades adecuadas, y
establecer unas pautas de ejercicio físico, reduciendo todo lo posible las
actividades sedentarias.
la familia se involucre en este cambio de hábitos de vida, procurando realizar
las principales comidas juntas, cuando esto sea posible, y participando en los
deportes y actividades lúdicas activas junto al menor.
tratamiento de la obesidad infantil se establecen a largo plazo, ya que es
conveniente que la pérdida de peso sea lenta y progresiva y lo que se persigue,
además de eliminar el sobrepeso, es establecer un estilo de vida saludable,
basado en una alimentación equilibrada y la práctica de ejercicio físico.
padres para prevenir la obesidad infantil
consejos que los padres deben tener en cuenta si quieren prevenir la obesidad
infantil en sus hijos:
ten en cuenta que tú decides lo que se va a comer en casa. Incluye más fruta y
verdura en la cesta de la compra, y menos grasas y productos azucarados.
Acostumbra a los niños, desde pequeños, a tomar fruta o yogur de postre en vez
de dulces.
bollos, pasteles, chocolate, galletas, caramelos, patatas fritas y similares,
refrescos, y todo aquello que aporte pocos nutrientes y muchas calorías y facilite
picar entre horas. El que evita la ocasión, evita el peligro.
prohibir totalmente ciertos alimentos, como los dulces, porque en su justa
medida no son perjudiciales y no poder comerlos nunca puede generar ansiedad en
los pequeños y rechazo por otros alimentos.
desayuno sea abundante y completo. Y hay que distribuir las comidas a lo largo
del día (cuatro o cinco tomas).
por fruta, lácteos o bocadillos (mejor de atún, sardinas o queso), en vez de
dulces industriales.
consumo de refrescos azucarados, sobre todo durante las comidas, porque además
de engordar, sacian al niño temporalmente y este deja de comer alimentos sanos.
comer en familia siempre que sea posible para supervisar lo que come el niño
(tanto qué como cuánto).
alimentos como recompensa o castigo.
estilo de vida deben ser paulatinos y a largo plazo, sin pretender que se
produzcan pérdidas de peso significativas en poco tiempo.
casa, hay que elegir restaurantes donde se sirvan ensaladas, guisos y comida de
tipo mediterráneo, en vez de comida rápida.
ejercicio a diario, aunque solo sea dar un largo paseo. Si los padres tienen un
estilo de vida saludable, el niño también.
a jugar al aire libre y a permanecer activo, y reduce las horas de televisión,
videojuegos, y otras actividades sedentarias.
interese por la práctica de algún deporte, en grupo o individual. Seguro que
hay alguno que le gusta y lo puede realizar como una actividad extra escolar, o
los fines de semana.
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